Caminar, vivir, compartir...

Durante años viajeros han apuntado en libretas sus vivencias, hallazgos, descubrimientos, curiosidades... Esta es una de ellas, con los apuntes al vuelo de este viajar por la vida . Estas notas brotan de lo que va pasando por mente y corazón en el auto, en la charla, al leer o mirar multimedia. Y se convierten en un espacio de convergencia entre los amigos, quienes también aquí pueden compartir los apuntes que van haciendo de su caminar por la vida.

jueves, 14 de mayo de 2015

¿Qué va de por medio en la participación política? Mucho más que el voto, claro...

Autor: José Rafael de Regil Vélez, si quieres conocer más del autor, haz click aquí


Llegó una vez más el momento para votar, de que ejerzamos el derecho / obligación de sufragar. 
               Desde hace muchos años percibo que entre mis contemporáneos y los más jóvenes parece haber una sensación, si no es que una idea, compartida: eso de participar políticamente es accesorio, se puede o no hacer y todo lo que suceda por lo uno o por lo otro no tiene que ver realmente como lo que somos; esto es: yo no soy ni más Rafael ni menos Rafael si participo o no políticamente, de todos modos la realidad sigue su curso conmigo o sin mí, máxime que vivimos en un país donde pareciera que la vida de los actores profesionales de la política se mueve en un universo de intereses que no tiene que ver necesariamente con las necesidades de las personas comunes y corrientes como nosotros, los ciudadanos de a pie.
                ¿Es realmente la participación política algo externo a cada uno de nosotros, algo accesorio? Hay que observar las cosas un poco más de cerca para responder la pregunta. Para hacerlo podría ayudarnos ir al fondo del asunto.

1. El individuo, reducido a él mismo, no va a ninguna parte

Al nacer toda persona es básicamente nadie, es un conjunto de sensaciones, de necesidades, pero que no ha realmente conocido el mundo entendiendo sus relaciones, tampoco ha construido una identidad que le permita saberse único e irrepetible y ser reconocido como tal; tampoco ha realizado las elecciones libres que definen su historia ni tiene conciencia de su contexto histórico, social, político, económico. Un bebé es un conjunto de posibilidades de ser humano y tiene el llamado a irlo siendo durante el resto de su vida.
                ¿Cómo es que un neonato comienza a pasar de ser nadie a ser alguien? Nuestra mirada atenta descubrirá que lo que sucede en primer lugar es que alguien –otro- de alguna u otra forma se compromete con el pequeño. Eso significa muchísimas cosas: cobijo, alimento, sensaciones táctiles, gustativas, auditivas, visuales, olfativas que comienzan a pro-vocarlo, a con-vocarlo para empezar un proceso que durará muchos años a partir del cual podrá compartirse en un ser humano autónomo.
                Las palabras que reciba le permitirán nombrar el mundo y moverse en él con mayor o menor acierto (nadie nace dándose palabras a sí mismo) y la técnica que le sea enseñada le ahorrará siglos de evolución y le permitirá el desarrollo de las habilidades que devendrán en la transformación de sí mismo y de su mundo con las demás personas con las que coexiste.
                Es la presencia del otro la que nos permite ser humanos. Y a esa presencia interactuante se le llama la solidaridad. En un magnífico ensayo titulado "No porque somos, sino para que seamos humanos" (1997) David Calderón señala la importancia de esta forma de ser –la solidaria-: no porque somos, sino para que podamos serlo humanos. 
                 En efecto: porque alguien se compromete con nosotros vamos emergiendo como la persona que podemos ser; y cuando somos nosotros quienes nos comprometemos con alguien de manera individual o social sucede que ellos van siendo personas, pero nosotros también, en especial si ese compromiso nos pide que saquemos lo mejor de nosotros mismos para que los otros puedan hacerlo; como cuando tenemos un enfermo crónico en casa y al paso de los años al atenderlo nosotros crecemos en paciencia, tolerancia, habilidad de enfermería, etc.
                La solidaridad es el disparador de la humanización y su acicate durante toda la vida. Hemos de ser solidarios no porque somos, sino para que seamos humanos.

2. Con el otro en el mundo: ser siendo ciudadanos

En nuestro caminar cotidiano de humanización tenemos que darnos ser -como se ha dicho ya hasta el momento- y debemos hacerlo encargándonos de la realidad en la cual somos, nos realizamos en el mundo. En realidad somos un conjunto tripartito de relaciones: con nosotros mismos, con los demás, con el mundo.
               Nazco en una serie de determinaciones que me hacen ser quien soy sin haber hecho nada al respecto: con una estructura genética, con un funcionamiento endócrino, una estructura psicológica, un contexto sociocultural y económico. A lo largo de mi existencia suceden cosas que van marcando mi aquí y ahora y de alguna manera enrutan mi futuro. Y ante ello puedo abandonarme o puedo decidir ir siendo yo, ir caminando hacia la persona que quiero ser, que deseo ser, pero siempre encargándome de lo que me carga. A esto se le llama pasar de la heteronomía (recibir ley o norma de vida de otro) a la autonomía (recibir ley o norma de uno mismo, pero con, por y para el otro en interacción con el mundo).
                La vida diaria nos presenta desafíos que nos afectan a todos, que son públicos y que no podemos afrontar individual y voluntaristamente. Ser ciudadano es la condición de ser persona interactuante con los desafíos públicos para crear "un mejor mundo posible", real, aunque sea pequeño y limitado. Buscar aquello que nos permita encargarnos de la realidad en la que vivimos, de nuestro mundo, para responder a la invitación de construirnos personas en interacción solidaria requiere del ejercicio de la política. 
               El término política está desgastado, pero nos refiere a la corresponsabilidad que tenemos para construir la polis, porque sabemos que no hay un ente superior (ni Dios, ni el Estado, ni el cacique) que resolverá los problemas que nos competen a todos. Influimos unos en otros, tratamos de persuadir, de buscar lo mejor: dialogamos, discutimos, nos presionamos, buscamos estructuras que nos ayuden a dirimir problemas... Hacemos política.
               La ciudadanía es la condición básica para responder al desafío de darnos ser en una realidad concreta, llena de implicaciones socio culturales y políticas.

3. Con el otro, más allá de este momento y acción

Hay circunstancias en las que la solidaridad tiene que ser organizada. Resolver problemas comunes implica negociar diferentes intereses sobre una misma situación. Debemos estructurar las ideas y acciones que hemos encontrado humanizantes para que perduren más allá de este momento y de una acción en específico, so riesgo de perder lo que hemos ganado.
                Los involucrados debemos poner en común nuestro poder para poder avanzar en cuestiones comunes y a esto es a lo que se denomina política: la voluntad de poner poder, persuasión, inteligencia, capacidad humana en torno a un bien común, en torno a lo que encontremos mejor para todos.
               El problema de las estructuras es que si bien fueron creadas para dar cauce a la vitalidad de lo que humaniza en común, al paso del tiempo tienen a conservarse y es altamente posible que al cambiar la realidad pierdan el carácter de potenciadoras de lo humano con el que nacen. Y se vuelve nuevamente necesaria la interacción para recrearlas, deshacerlas o hacer unas nuevas. Y una vez más hay que poner la capacidad de interactuar para ir más allá en lo humano y humanizante.
                La participación política es esencial para que seamos humanos, lo que se puede decir de otra forma: sin participar políticamente nadie puede llegar a ser del todo la persona que está llamada a ser, porque vivirá en la heteronomía, la dependencia, el aislamiento, el egoísmo y más cosas que por dejadez impiden que uno entienda más, atienda más, decida más, resuelva los desafíos del mundo para que el aquí y ahora –con sus significados- sea más humano, más justo, menos incluyente. "El mundo de la política es el del ejercicio del poder comunicativo. No en vano el hombre es un ser dotado de lógos, de razón y palabra, capaz de deliberar con sus conciudadanos sobre lo justo y lo conveniente (Adela Cortina. Las raíces éticas de la democracia (Spanish Edition) (Posición en Kindle75-77). U. Valencia. Edición de Kindle.) 
                Vivimos en un país de pobres. Más de 50 millones lo son y otros muchos millones estamos muy cerca de ello. Que tengamos algunas condiciones de bienestar que nos permitan crecer en salud, educación, seguridad, vivienda digna, intimidad, capacidad de asociación requiere que participemos desde muchos flancos y en la medida de nuestras posibilidades. Necesitamos concurrir con voluntad, inteligencia, imaginación para encontrar opciones que cada día nos lancen a una vida más plena en todos los sentidos viables.
               El nuestro es un mundo en el que la educación, la vivienda, la seguridad, el reconocimiento de las personas, la inclusión son deudas pendientes y no va a acontecer nomás porque sí que se solucionen... es nuestra encomienda ingeniárnosla para que ocurran de manera que potencien dignidad.

4. Participar políticamente: relativizar el valor de las elecciones


No está de más decir que esto trasciende la elección de presidentes municipales, diputados locales o federales y gobernadores, va al núcleo de las relaciones humanas mismas: si no participamos políticamente no podremos ser personas; interactuar por el bien común con los demás nunca será un mero accesorio. 
                 El núcleo de vecinos puede resolver políticamente muchas cosas, pero es necesario poner toda la capacidad comunicativa y volitiva para que suceda... Lo mismo acontece en las escuelas: en su interior, en la relación con los padres de familia, en su relación con los demás. El propio trabajo requiere de capacidad política para lograr mejores condiciones respecto de las personas que interactúan y respecto del objeto que persiguen al trabajar juntos. Ni qué decir de los asuntos que competen a nuestras ciudades: carriles reservados para ciclistas y personas que no pueden o quieren utilizar vehículos automotores, accesos para discapacitados, sincronización de semáforos, acopio saludable de la basura en los multifamiliares y condominios horizontales.
                Las elecciones son importantes, pero tienen un pequeño lugar específico en el mundo de la participación política, que es mucho más que elegir al Tlatoani de turno: tiene que ver con afrontar lo que hemos de vivir para que sea humanizante y allí, hacerse de lado o entrarle de alguna manera es tarea por la que cada uno en interacción solidaria debe responsabilizarse.

Publicado en Pax, el 6 de mayo de 2015. Actualizado el 10 de mayo de 2021

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