Caminar, vivir, compartir...

Durante años viajeros han apuntado en libretas sus vivencias, hallazgos, descubrimientos, curiosidades... Esta es una de ellas, con los apuntes al vuelo de este viajar por la vida . Estas notas brotan de lo que va pasando por mente y corazón en el auto, en la charla, al leer o mirar multimedia. Y se convierten en un espacio de convergencia entre los amigos, quienes también aquí pueden compartir los apuntes que van haciendo de su caminar por la vida.

martes, 10 de mayo de 2022

Pá...¡¡¡Esa película está muy fea!!! ¿De verdad existe eso?

José Rafael de Regil Vélez, si quieres conocer más del autor, haz click aquí

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La realidad que nos indigna


Hace unos días me visitaron los recuerdos, eso que pueden ser cómplices afortunados o demoniacos en la vida y me llevaron a una noche de sábado, de hará unos 14 años.
         En casa, buscando qué ver, mi hija Angélica -quien tendría entonces unos once años- se encontró con una vieja película: En el nombre del Padre, proveniente del lejano ya 1993, interpretada por Daniel Day Lewis .
          El filme, en resumidas cuentas, retrata la versión de su director Jim Sheridan, sobre un caso de la vida real, conocido como el de los "Cuatro de Guildford", irlandeses que tras un atentado del IRA son incriminados por la seguridad inglesa y purgan años de cárcel, después de un juicio plagado de irregularidades. Tras no dejar de insistir se reabre su caso y son absueltos y se convierten en símbolo de la lucha contra el sistema.
          Geli a pesar de sus apenas 11 años, siguió la película de cabo a rabo. Es muy expresiva, así que acompañó la función con interjecciones de todo tipo. 
         No bien hubo acabado la transmisión del filme y comenzó:
-"Esta película está muy triste".
- Trata de un caso que sí ocurrió en Irlanda... le dije.
- ¿Sí pasó de deveras? ¿Estuvieron así en la cárcel siendo inocentes?
- Sí... eso pasa muchas veces.
         Se quedó un momento pensativa y tomó el teléfono celular de su mamá. Llamó a Adriana, su hermana mayor quien no dormiría en casa por estar llevando las adolescenciales serenatas del día de la madre.
- Adri, Adri, acabo de ver una película muy fea, comentó llena de indignación.
        Y se puso a hacer el resumen de lo que había visto, lo que al parecer realmente le movió el corazón: no puede ser que haya gente inocente pagando por lo que no ha hecho. 
-Cuando vengas a casa buscamos algo en internet para quejarnos de que pasen cosas así. 
         A su edad entendió que la realidad puede ser muy fea, pero también que podemos hablar de ella, intentar entenderla, tomar partido incluso cuando parece que es nada lo que puede hacerse.
         Reconozco que sentí cierto orgullo por su infantil rebeldía. Y también que pensé: "¿si esta película es muy fea, qué será la realidad?"
         Y después me quedé con un poco de calma, porque mi hija dijo que ella era scout y se había comprometido a dejar este mundo mejor que lo que lo había encontrado. 
         Hoy todavía estudia en la Universidad. A través de las artes plásticas expresa sus sentipensares acerca del mundo que vive. No sé qué podrá hacer, pero seguramente algo más que lo que es tan común: quedarse con los brazos cruzados, indiferente intelectual y cordialmente. Al menos me parece un buen acto de fe.




La apuesta por la verdad, por la compasión y la justicia


Ella no lo sabe, pero en una víspera del diez de mayo, me dio qué pensar. Hoy muchos años después sigo sintiendo esa sensación de esperanza cuando hablo con estudiantes de enfermería o de filosofía o de los posgrados de educación y veo que comprenden que es posible situarse en la realidad, descubrir sus posibilidades, aunque sean pequeñas, milimétricas o del tamaño de una semilla; que comprenden que tenemos una ciudadanía por construir para encargarnos en lo personal y en la interacción más allá de nuestras cuatro paredes de cosas que nos cargan.
         Recién dialogué con un grupo de estudiantes que concluyen la carrera de enfermería... Con ganas de salir a compartir que es posible cuidar desde la calidad, la calidez, la caridad; poner en juego la formación técnica en el marco de la compasión y la empatía.
         He escuchado a estudiantes de posgrado contarnos cómo instrumentan proyectos de intervención educativa que dan herramientas a los estudiantes, que atienden sus desventajas, que proponen su inserción en las comunidades.
         Es el rostro humanizante de la interacción humana que nos dice que la realidad es fea, sí; pero no repugnante, porque es en ella donde podemos compartir lo que somos, lo que tenemos, lo que sabemos; los sueños y las ilusiones; donde podemos paliar de alguna forma el dolor, la desazón y comulgar la esperanza.
        Las películas feas como la de En nombre del padre nos muestran que de verdad existe eso; nuestra observación atenta a las pequeñas pero realmente buenas noticias humanizantes gritan que también, de verdad, existen el compromiso por la verdad, el bien, la justicia, la vida digna. Y entonces, como Geli dijo a sus once años, podremos buscar algo para hacer y no quedarnos de brazos cruzados.

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