Caminar, vivir, compartir...

Durante años viajeros han apuntado en libretas sus vivencias, hallazgos, descubrimientos, curiosidades... Esta es una de ellas, con los apuntes al vuelo de este viajar por la vida . Estas notas brotan de lo que va pasando por mente y corazón en el auto, en la charla, al leer o mirar multimedia. Y se convierten en un espacio de convergencia entre los amigos, quienes también aquí pueden compartir los apuntes que van haciendo de su caminar por la vida.

domingo, 31 de mayo de 2009

Filosofía y bachillerato

David Calderón

Miércoles, 27 de mayo de 2009, Periódico El Financiero

Este texto me pareció importante: pone sobre la mesa los esfuerzos que la comunidad filosófica está haciendo por conservar la filosofía en el currículum de la educación media superior y pregunta, atinadamente, si los propios filósofos, ya en el aula, estarán a la altura de esa lucha... Lo comparto.

¿Pasó usted por la preparatoria, la vocacional o el bachillerato? En el transcurso de ese nivel educativo, denominado genéricamente "educación media superior" (EMS), se dio para la mayoría de nosotros el primer contacto con la filosofía. Para muchos, la experiencia no fue satisfactoria. Ese contacto se dio, para usar las metáforas viales, en la amplia gama que va desde el alcance -defensazo, raspón y pérdida de tiempo, pero no mucho que lamentar- hasta el arrollamiento con pérdida total. ¿A qué me refiero? A que la lógica se redujo a resolver silogismos aburridísimos; la ética a confusos y desestructurados diálogos sobre dilemas morales -o sobre los oscuros motivos de protagonistas de películas-, y la estética a un recuento de las ideas de pensadores fallecidos. La principal pregunta que desató en mis compañeros la mayoría de las sesiones fue: "¿Y a mí qué?", a veces dando paso a: "¿Y esto cuándo se acaba?". Recuerdo con escalofrío el grito del profesor: "¡Cállate, imbécil! ¿Qué no ves que estoy hablando de la dignidad de la persona?". El convencimiento de que aquello era inútil, en el más profundo sentido de la palabra, no se disipó con el tiempo, al menos para la mayoría de mis contemporáneos. No sólo no lo apreciaron, ya como adultos, como algo que sumó a sus capacidades y sentido de vida; les produjo un desapego a todo lo que se presentara como "filosófico". Hoy no visitan la parte de la librería con el rótulo correspondiente, no releyeron espontáneamente a Aristóteles o a Rousseau, o a Kierkegaard, y mucho menos les atrae participar en un congreso o visitar un blog de filósofos que se presenten como tales. Su mejor oportunidad de revisitar algún autor o tema de la abandonada provincia filosófica se da cuando lo saca a cuento algún libro de superación personal o de estrategia financiera. Este recuento de daños viene a colación por el reciente debate en torno a las materias de filosofía en el bachillerato. La SEP ha convocado a un proceso de reforma de este nivel educativo, con un buen nivel de consenso entre las distintas autoridades que ofrecen este ciclo formativo. Su diseño ha seguido un trayecto mucho más consistente y sólido, comparado con que lo que ocurrió con la secundaria en el sexenio pasado y con la primaria en el actual; de hecho, se hizo muy bien. Y mejor se hizo cuando se tocó a rebato las campanas para indicar que las humanidades, y en concreto la filosofía, habían desaparecido en el nuevo diseño. El Observatorio Filosófico de México desplegó un apasionado y convincente trabajo para cuestionar a la SEP al respecto, a partir de un desplegado publicado el 30 de marzo. Siguió un intercambio intenso, en el que el subsecretario de EMS reaccionó con velocidad y tino. El primer cierre de capítulo se dio cuando, en acuerdo con el propio Székely, Raymundo Morado expuso a los secretarios de Educación del país las demandas del Observatorio Filosófico y propuso un mecanismo de interlocución para poner en contacto a la comunidad filosófica y las autoridades educativas. En resumen, se corrigió la "invisibilidad" y se alcanzó una primera plataforma en la que todos ganan, sentando un precedente de construcción ampliada de la política educativa. Morado pone el dedo en la llaga cuando expresa que: a) es fácil caer en la trampa de lo "transversal" y dejar a todos -a nadie- la responsabilidad de desarrollar ciertas capacidades; b) es un gran error enviar a un profesor a conducir las asignaturas filosóficas cuando su preparación profesional está muy lejana a lo necesario. Discrepo, sin embargo, de su afirmación de que "...una verdadera educación filosófica sólo se puede obtener a través de verdaderas asignaturas filosóficas... con título, temas, contenidos y metodologías estrictamente filosóficos". Ya en el siglo XVIII, el agudo Kant exigía que la filosofía "saliera de la escuela", que se convirtiera en ilustración, en Denkungsart, en el modo común de pensar. No vamos a avanzar con una nueva escolástica que pretenda que los licenciados en filosofía están, sólo por el título, en mejores condiciones de propiciar el pensamiento crítico en los jóvenes de nuestro sistema educativo. No son las asignaturas las que garantizan el éxito, sino la competencia filosófica y pedagógica de cada profesor. Ahora la comunidad filosófica contrae con todos nosotros un importante compromiso: que los egresados de filosofía no se reduzcan a balbuceantes nerds, bohemios impresionistas y obscuros discursantes, sino que se puedan plantar como auténticos educadores profesionales.

lunes, 25 de mayo de 2009

La filosofía mendicante

Guillermo Fadanelli 18 de mayo de 2009

http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/44144.html

Cuando más se necesita, la Filosofía parece no importarle a nadie. Cuando más evidente es el estado de pesadumbre moral de la sociedad, se pide a los filósofos que se marchen. Ingrata paradoja: se quiere reflexionar y pensar profundamente acerca de los problemas civiles que afectan a los hombres contemporáneos, y lo que hacemos es desterrar a los pensadores. A menudo me encuentro casos en los que se desprecia a la Filosofía con argumentos que los filósofos mismos usaron hace cientos de años. Hoy mismo en México se titubea para incluirla como fundamento de la educación en los bachilleratos. Hojeando un libro me he encontrado de pronto con una afirmación que comparto: “La Filosofía se asemeja al espacio y al tiempo: es difícil imaginarle un fin”. Los ataques contra esta disciplina suelen venir de dos frentes: el primero lo abren los mismos filósofos cuando reflexionan o dudan acerca de la función de su propia actividad; el segundo proviene de quienes creen que no sirve para nada o que no necesita enseñarse en las escuelas. La diferencia entre ambas desconfianzas es enorme: los filósofos dudan como un método para ampliar el conocimiento, en cambio los que desean enviarla al exilio la ven como un obstáculo a sus intereses.

Si un gobierno concibe la educación sólo como un medio para alentar la producción de bienes materiales y preparar a las personas para adaptarse a un mercado global, encontrará resistencia en los ámbitos en donde la filosofía se respeta. Y esa resistencia no es nada más un ponerse en contra del progreso material, sino concebir el progreso de una manera distinta. El examen de uno mismo, el cultivo de las diferencias, la capacidad de dudar, la reflexión acerca de los principios que fundan la convivencia, son más necesarios en estos días que nunca. La dispersión ha oscurecido la presencia de guías en el conocimiento. Estos guías no lo son en el sentido religioso, sino en uno bastante práctico: nos enseñan a caminar pero no nos imponen una dirección precisa. Abrir horizontes como hacen los filósofos no es lo mismo que empujar a una persona a seguir un camino sin su consentimiento. Nuevamente: no hay nada más práctico que una buena teoría.

Cuando la ciencia progresa es porque se comporta como filosofía y lo mismo sucede en todos los aspectos de la vida humana. En un mundo donde se valora tanto el saber de los expertos, se extraña en verdad a quienes pueden mirar más allá de su propia celda: ¿quiénes van a unir todos estos conocimientos dispersos para devolvernos la estatura humana si no son los filósofos? Si hacemos a un lado a quienes están más preparados para darle un sentido humanista al conocimiento, ¿qué clase de sociedad esperamos que sea la nuestra? Siento pena que en México no se les defienda como merecen. Han tenido que ser ellos mismo, a través de asociaciones como el Observatorio Filosófico, quienes se han enfrentado a la SEP para que en el bachillerato no se disuelva a la Filosofía en el campo de las Ciencias Sociales o se le arrincone como una actividad en desuso. El razonamiento, por supuesto no explícito, para imponer estas reformas en las escuelas de Enseñanza Media Superior, es que como la Filosofía sirve para todo entonces no sirve para nada.

En consecuencia no tiene caso refrendarla como una ciencia básica del conocimiento.

Dejemos que sean los mismos filósofos quienes pongan en duda los fundamentos de su actividad, así lo han hecho Wittgenstein, Quine, Derrida, Carnap y Davidson y han enriquecido con sus reflexiones el conocimiento humano. En cambio, las dudas que provienen desde el interés empresarial o de mercado son parciales y cultivan una sola idea del bien. A contracorriente de la pobreza, la mala educación, la confusión respecto a los valores humanos, las dudas sobre la vocación y otras plagas, ciertos jóvenes no esperan que se les resuelvan las dudas o se les indique un camino; al contrario, intentan construirse una vida en sociedad. Y la Filosofía al estimular la reflexión y mostrar lo que hombres de otras épocas han pensado, posee una función mucho más práctica de lo que un mercader puede imaginarse.

domingo, 24 de mayo de 2009

Felicidades, B

Hoy es día de manteles largos. B está de aniversario, lo acompañarán, seguramente, las personas que quiere y los amigos que le ha dado la vida y que él ha decidido ir haciendo parte de la suya.

B hace un tiempo decidió que para entender a quienes quiere tiene que estar dispuesto a de veras dejarse cuestionar, a zambullirse en mundos que pueden parecer lejanos, pero que son cercanísimos, tanto que pueden ser los del vecino de al lado e incluso los de su propia gente.

Y así, un día dio el paso. Entro a un grupo de ayuda y no porque él realmente tuviera problemas, sino porque allí encontraría a quien sí los tiene, podría estar cercano a las razones de la sinrazón que acarrean siempre las dependencias. Y dejó de ser observador y se convirtió en parte de ello, de ese gran esfuerzo para caminar con la frente en alto cuando se ha tocado fondo.

A él no lo conozco. Pero sí a quien le ama profundamente, quien se llena de orgullo porque fue capaz de cambiar de vida con tal de poder amar a uno de los suyos. Por eso sé que él ha hecho una apuesta que vale la pena: por desgastado que parezca, el lenguaje del amor puede lograr cosas invisibles pero contundentes, como las de un padre que entrega todo por un hijo en el silencio, en el respeto.

Sea para él un homenaje, para los suyos un acto de solidaridad: y es que vale la pena detenernos un momento para contemplar a un hombre que ha sido fiel al deseo de entender, de vivir, de estar cerca de aquello que le permite caminar mejor con quienes ama. Al menos a mí eso me merece un profundo respeto.

domingo, 3 de mayo de 2009

Sistema de Salud y epidemia

No he escrito en varios días... se me han ido quedando colgadas muchas ideas en el tintero (aunque ya no haya tal y sea una metáfora que irá quedando en el baúl de los arcaísmos) pero me iré dando tiempo de escribirlas, compartirlas.

Por lo pronto, encontré un reportaje que Pablo Ordaz publicó este día en la versión digital de El país. Me gusta cómo aborda las dificultades cotidianas con las cuales lidiamos los mexicanos ahora que hay una pandemia y que ponen a unos en ventaja sobre otros... Para quienes quieran seguirlo:

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/servicio/salud/complice/virus/elpepusoc/20090503elpepisoc_4/Tes